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Presidente de Nicaragua ataca de nuevo al Vaticano y llama “tirano” a Juan Pablo II

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Foto: Internet

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha vuelto a arremeter contra la Iglesia católica y el Vaticano y calificado a San Juan Pablo II de “dictador” y “tirano“, en un discurso televisado y enviado a la prensa este jueves por el Gobierno de Managua

En su intervención, Ortega recordó la primera visita que hizo a Nicaragua el papa Juan Pablo II, el 4 de marzo de 1983, cuando el país centroamericano era gobernado por los sandinistas, y durante una misa ofrecida en una plaza de Managua tuvo que gritar “silencio” a simpatizantes del Gobierno que gritaban “queremos la paz”, en medio de la eucaristía.

Según el mandatario, el papa se molestó por el grito “Queremos la paz” y porque las madres de sandinistas caídos en la guerra civil de esa década rogaron por una oración, pero no la recibieron.

No la hizo (la oración), más bien se molestó y gritó: silencio, como un buen dictador, como un buen tirano”, lanzó Ortega.

El líder sandinista insinuó, sin presentar pruebas, que Juan Pablo II llegó en esa ocasión a Nicaragua “con la mentalidad totalmente alejada de la esencia de Cristo y del cristianismo, y venía manipulada por el Gobierno (estadounidense) de Ronald Reagan”.

Karol Wojtyla, nombre de pila de Juan Pablo II, estuvo en Nicaragua por primera vez en marzo de 1983, y en esa ocasión, además de gritar “silencio” a las masas sandinistas, amonestó públicamente al poeta y sacerdote trapense fallecido Ernesto Cardenal, por mezclar la religión con la revolución.

Según el artículo testimonial “La vergonzosa encerrona de los sandinistas al papa Juan Pablo II”, del periodista Alberto García Marrder, quien cubrió esa visita papal a Nicaragua para EFE, “fue repudiable, vergonzoso, cruel y grotesco” lo que sufrió Su Santidad en la plaza.

“Fue cuando turbas sandinistas profanaron una misa al aire libre del papa Juan Pablo II en el momento cumbre de la consagración”, contó en su artículo.

Recordó que el papa, sorprendido por ese desafío a su autoridad, contestaba con la voz ya ronca: “La Iglesia también quiere la paz”, pero que de nada servía, porque seguían los gritos.

“Su Santidad había enfurecido a las turbas cuando, saliéndose del discurso oficial y claramente refiriéndose al sandinismo, recordó el pasaje del Evangelio de San Mateo 7:15-27: “Cuídense de los falsos profetas. Se presentan con piel de cordero, pero por dentro son lobos feroces”, relató García Marrder.

Nicaragua en 1983 vivía una guerra civil entre la “Contra”, financiada por Estados Unidos, que combatía desde las montañas a los sandinistas, aliados de la extinta Unión Soviética y Cuba.

Para Ortega, San Juan Pablo II respondió a la multitud hace 40 años de una forma “nada cristiana”.

Tras partir de Nicaragua, agregó el dirigente sandinista, se hizo “un escándalo mundial, diciendo que le habíamos faltado el respeto al papa por gritar que ¡Queremos la paz!”.

Juan Pablo II visitó Nicaragua por segunda vez en febrero de 1996, cuando gobernaba Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997), y en esa ocasión calificó de “gran noche oscura” su primera visita al país.

“Ahí tuvo otra expresión famosa que indicaba claramente su preferencia política, ideológica y no cristiana”, comentó Ortega, en referencia a ese calificativo.

Sobre el Vaticano, Ortega dijo que “es un Estado más en el mundo”, que “se ha convertido en un Estado más, intervencionista, al servicio de los imperialistas de la Tierra”, y los invitó a recapacitar.

Ahí no hay democracia. Tiene un mando totalmente vertical, como lo ejercían los emperadores romanos. Igualito que como lo ejercían los emperadores romanos, igual que como lo hacía Nerón, Calígula”, reprochó.

Las relaciones del Gobierno de Ortega y la Iglesia católica viven ahora momentos de gran tensión, marcadas por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, o la prohibición de actividades religiosas.

El presidente Ortega ha llamado “mafia” a sacerdotes, obispos, cardenales y al papa Francisco, quien ha tildado de “dictadura grosera” al Gobierno sandinista en una reciente entrevista con Infobae, ha señalado “un desequilibrio de la persona que dirige” el país centroamericano.

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Donald Trump ordena implementar la pena de muerte en Washington D.C.

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó un memorándum dirigido a la fiscal general, Pam Bondi, y a la fiscal del Distrito de Columbia, Jeanine Pirro, en el que instruye la implementación “plena” de la pena de muerte en la capital estadounidense. La medida revierte la abolición de la pena capital en Washington D.C., vigente desde 1981, y busca responder a lo que la administración califica como un aumento de la criminalidad en la ciudad.

Según el memorándum, los fiscales federales deberán buscar la pena de muerte en todos los casos apropiados bajo la legislación federal, particularmente en delitos graves como homicidios y asesinatos de agentes de policía. Además, se indica que ejercerán jurisdicción federal para garantizar la aplicación de la pena capital, en lo que la administración Trump considera una acción necesaria para mantener la seguridad.

La decisión ha generado un amplio debate. Expertos legales y organizaciones de derechos civiles han expresado su preocupación por la posible violación del derecho de autogobernanza de Washington D.C., cuya población ha rechazado la pena de muerte en referendos anteriores. También se cuestiona el impacto de esta medida sobre las normas legales y la autonomía local.

Esta acción forma parte de una serie de iniciativas del gobierno de Trump para expandir el uso de la pena de muerte a nivel federal, incluyendo la reactivación de ejecuciones federales tras la pausa durante la administración de Joe Biden. La medida consolida un cambio significativo en la política criminal de la capital estadounidense y promete generar un intenso debate jurídico y político en los próximos meses.

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