Internacionales
Sangre contaminada provocó 3,000 muertes en Reino Unido

En el Reino Unido, una investigación pública ha revelado que entre 1970 y 1990, miles de personas fueron infectadas con hepatitis C y VIH debido a transfusiones de sangre contaminada, resultando en cerca de 3,000 muertes. La investigación, dirigida por el exjuez Brian Langstaff, concluyó que las autoridades sanitarias y políticas encubrieron la verdad durante décadas y que la tragedia “podría haberse evitado en gran medida”.
El informe, que incluye miles de testimonios y documentos, destaca la negligencia de los gobiernos sucesivos al no actuar a tiempo y al asegurar erróneamente que los pacientes recibieron el mejor tratamiento disponible.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, se disculpó públicamente en el Parlamento por la “terrible injusticia”, prometiendo compensar a los afectados y a las familias de los fallecidos. Durante las décadas en cuestión, más de 30,000 personas fueron infectadas después de recibir sangre de donantes estadounidenses, incluidos presos y otros grupos de alto riesgo. Esta práctica se debió a la escasez de sangre en el NHS (National Health Service), que llevó a recurrir a proveedores extranjeros que pagaban a sus donantes.
El informe final incluye doce recomendaciones, entre ellas un reconocimiento nacional del desastre, compensaciones adecuadas y un cambio en la cultura y práctica del NHS y el Servicio Civil. El gobierno británico ya había comenzado a pagar indemnizaciones de 100,000 libras a las víctimas, y se espera que el coste total de las compensaciones alcance varios miles de millones de libras.
Internacionales
Donald Trump ordena implementar la pena de muerte en Washington D.C.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó un memorándum dirigido a la fiscal general, Pam Bondi, y a la fiscal del Distrito de Columbia, Jeanine Pirro, en el que instruye la implementación “plena” de la pena de muerte en la capital estadounidense. La medida revierte la abolición de la pena capital en Washington D.C., vigente desde 1981, y busca responder a lo que la administración califica como un aumento de la criminalidad en la ciudad.
Según el memorándum, los fiscales federales deberán buscar la pena de muerte en todos los casos apropiados bajo la legislación federal, particularmente en delitos graves como homicidios y asesinatos de agentes de policía. Además, se indica que ejercerán jurisdicción federal para garantizar la aplicación de la pena capital, en lo que la administración Trump considera una acción necesaria para mantener la seguridad.
La decisión ha generado un amplio debate. Expertos legales y organizaciones de derechos civiles han expresado su preocupación por la posible violación del derecho de autogobernanza de Washington D.C., cuya población ha rechazado la pena de muerte en referendos anteriores. También se cuestiona el impacto de esta medida sobre las normas legales y la autonomía local.
Esta acción forma parte de una serie de iniciativas del gobierno de Trump para expandir el uso de la pena de muerte a nivel federal, incluyendo la reactivación de ejecuciones federales tras la pausa durante la administración de Joe Biden. La medida consolida un cambio significativo en la política criminal de la capital estadounidense y promete generar un intenso debate jurídico y político en los próximos meses.