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El Desierto de Atacama, Chile, ahora es el ‘Basurero del Mundo’ para ropa usada

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El desierto de Atacama, famoso por ser el lugar más árido del planeta y por albergar los mayores depósitos de litio del mundo, se ha visto transformado en un vasto cementerio de prendas de vestir usadas.

En Atacama, miles de toneladas de textiles desechados, en su mayoría procedentes de Estados Unidos, Europa y Asia, terminan acumulándose, creando enormes montañas de ropa de segunda mano.

En un informe de la BBC, se revela que Chile es el principal importador de ropa usada en Sudamérica. Sin embargo, se estima que más de la mitad de las 59,000 toneladas que llegan anualmente al país terminan en vertederos clandestinos.

Este problema no desaparecerá pronto y tiene graves implicaciones para el medio ambiente y la salud humana. Se estima que estos desechos tardarán al menos 200 años en descomponerse por completo, liberando toneladas de microplásticos y sustancias químicas que se acumulan en el lecho del desierto.

Esta situación plantea desafíos significativos en términos de gestión de residuos y destaca la urgente necesidad de abordar el problema de la ropa usada de manera más sostenible y responsable.

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Una historia que nos invita a reflexionar

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En 2015, al borde de una carretera, una pequeña casa azul de techo de lámina comenzó a ser testigo de una vida sencilla pero profunda. Allí vivía una pareja de ancianos que, año tras año, aparecía en las imágenes de Google Maps: tomando el sol, pelando verduras, conversando o simplemente contemplando la vida pasar. No necesitaban nada más, porque se tenían el uno al otro.

El tiempo siguió su curso. En 2020, seguían juntos, compartiendo cada día como siempre. Pero en 2021, la escena cambió: él ya no estaba. Solo ella permanecía, apoyada en la puerta o sentada en el mismo banco donde antes compartían todo.

Para 2023, la casa mostraba las marcas del paso de los años: paredes descascaradas, colores apagados. Y aun así, ella seguía allí, firme, como si esperara en silencio, recordando lo que alguna vez fue.

En 2025, ya no quedaba nada. Ni la casa azul, ni el banco de madera, ni el techo oxidado. Solo un terreno vacío y el eco de una historia que dejó huella en quienes tuvieron la oportunidad de verla.

Hay relatos que no llegan a los periódicos ni a la televisión. Se esconden en rincones olvidados, como la casa donde dos corazones envejecieron juntos, cuya memoria desapareció silenciosamente… pero cuyo testimonio permanece en la mirada de quienes la descubrieron.

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