Una mujer llamada Whitney, contó que siempre tuvo pechos grandes, por lo que después de su primer embarazo decidió operarse, ya que sus senos se “habían colgado hasta el ombligo”.

Después de tomar la decisión de acudir a un cirujano para una reducción de pecho, el doctor aprovecho que Whitney estaba dormida por la anestesia y le colocó implantes sin que ella se diera cuenta. Después de tres meses de haber salido de la operación y haber cumplido con la recuperación necesaria, se puso en contacto con el médico para que corrigiera su error, quedando ahora con seños de diferente tamaño.

Dos meses después acudió a otro cirujano con el que se sometió a otra cirugía en la que le extrajeron los implantes y le hicieron la reducción que ella pedía, por lo que al fin quedo conforme a su talla y sus deseos.