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La Internacional Villahermosa

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Beatriz Gutiérrez Müller responde a críticas y rumores sobre su familia y vida académica

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Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), publicó este lunes 18 de agosto una carta en sus redes sociales para responder a críticas y rumores que han circulado en torno a ella y su familia.

En el texto, la académica y escritora señaló que algunos periódicos nacionales e internacionales forman parte de un periodismo que busca desprestigiar a López Obrador, acusando a ciertos medios de corrupción, manipulación y motivaciones políticas.

Gutiérrez Müller aclaró que no participa en política y que su vida profesional se centra en la docencia y la investigación en una universidad pública. Negó haber salido del país y afirmó que su hijo, Jesús Ernesto, tampoco reside en el extranjero, subrayando que mantiene una vida académica activa mientras apoya a su familia frente a las críticas.

La carta incluyó además una defensa abierta de López Obrador y de su hijo menor, destacando la unidad familiar y la disposición de enfrentar señalamientos mediáticos. “¿Saben qué otra cosa hizo el que, según sus adversarios, está a punto de morirse? Le devolvió al pueblo de México, con la revolución de las conciencias y por la vía pacífica, el poder que tiene… En nuestro querido México, ya no roban ni mandan los que sentían amos y señores de la nación. Y no se saldrán con la suya”, afirmó.

Gutiérrez Müller resaltó la revolución de las conciencias, uno de los principales legados del exmandatario, mediante la cual se devolvió al pueblo mexicano el poder político a través de medios pacíficos, fortaleciendo a la ciudadanía y limitando la influencia de antiguos grupos dominantes.

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Una historia que nos invita a reflexionar

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En 2015, al borde de una carretera, una pequeña casa azul de techo de lámina comenzó a ser testigo de una vida sencilla pero profunda. Allí vivía una pareja de ancianos que, año tras año, aparecía en las imágenes de Google Maps: tomando el sol, pelando verduras, conversando o simplemente contemplando la vida pasar. No necesitaban nada más, porque se tenían el uno al otro.

El tiempo siguió su curso. En 2020, seguían juntos, compartiendo cada día como siempre. Pero en 2021, la escena cambió: él ya no estaba. Solo ella permanecía, apoyada en la puerta o sentada en el mismo banco donde antes compartían todo.

Para 2023, la casa mostraba las marcas del paso de los años: paredes descascaradas, colores apagados. Y aun así, ella seguía allí, firme, como si esperara en silencio, recordando lo que alguna vez fue.

En 2025, ya no quedaba nada. Ni la casa azul, ni el banco de madera, ni el techo oxidado. Solo un terreno vacío y el eco de una historia que dejó huella en quienes tuvieron la oportunidad de verla.

Hay relatos que no llegan a los periódicos ni a la televisión. Se esconden en rincones olvidados, como la casa donde dos corazones envejecieron juntos, cuya memoria desapareció silenciosamente… pero cuyo testimonio permanece en la mirada de quienes la descubrieron.

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