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La Internacional Villahermosa

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El Reloj del Fin del Mundo a su Punto Más Crítico

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El Boletín de Científicos Atómicos ha anunciado que el Reloj del Apocalipsis, que simboliza la cercanía del fin del mundo, ahora se encuentra a solo 90 segundos de la medianoche. Este grupo de expertos, conocido por su precisión en evaluar las amenazas a la humanidad, ha destacado riesgos nucleares, amenazas biológicas y el cambio climático como factores que aumentan el peligro.

Rachel Bronson, presidenta del Boletín de los Científicos Atómicos, justificó la aproximación del reloj a tan solo 90 segundos de la medianoche debido a amenazas acumuladas, incluyendo el cambio climático, la posibilidad de nuevas pandemias y “la invasión ilegal de Ucrania por parte de Rusia”. Las crecientes tensiones entre Irán y Occidente, así como las disputas entre China y EE. UU. en el estrecho de Taiwán, también contribuyeron a la decisión.

Además, las preocupaciones sobre el desarme nuclear y las tensiones internacionales han llevado a los científicos a acercar las manecillas del reloj al escenario más crítico. La amenaza biológica, en forma de pandemias y armas biológicas, también ha influido en esta decisión.

El cambio climático se mantiene como un factor clave, con el aumento del consumo de carbón en algunos países y la búsqueda de nuevas fuentes de combustibles fósiles. La necesidad de una acción internacional coordinada se destaca ante fenómenos climáticos extremos, como las lluvias torrenciales en África y el “monzón en esteroides” en Pakistán el año pasado.

El Reloj del Apocalipsis, establecido en 1947, originalmente representaba la amenaza nuclear. Sin embargo, con el tiempo, ha incorporado nuevas amenazas como el bioterrorismo, la inteligencia artificial y el cambio climático, reflejando la complejidad de los desafíos que enfrenta la humanidad. Este año, el reloj a 90 segundos de la medianoche destaca la urgencia de abordar estos problemas para garantizar un futuro más seguro y saludable.

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Rakus, el orangután que elaboró un ungüento para curarse una herida

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En junio de 2022, un orangután macho de Sumatra llamado Rakus sufrió una herida en la cara por debajo del ojo derecho, al parecer durante una pelea con otro orangután macho, en el centro de investigación Suaq Balimbing, en el Parque Nacional de Gunung Leuser en Indonesia.

Según la primatóloga y bióloga cognitiva Isabelle Laumer, del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal (Alemania), el orangután masticó las hojas de la planta para producir un líquido que Rakus untó repetidamente en la herida y luego aplicó el material vegetal masticado directamente sobre la lesión, de forma muy parecida a los emplastos médicos.

“Que sepamos, es el primer caso documentado de tratamiento activo de heridas con una especie vegetal con propiedades medicinales por parte de un animal salvaje”, declaró Caroline Schuppli, autora principal del estudio y bióloga evolutiva del instituto. Antes de este estudio, se habían observado especies de primates salvajes tragando, masticando o frotando plantas con propiedades medicinales, pero no aplicándolas a heridas recientes.

Los investigadores dijeron que el autotratamiento de la herida del orangután no parecía casual: “Su comportamiento parecía intencionado. Se trató selectivamente la herida de la cara en la aleta derecha con el jugo de la planta, y ninguna otra parte del cuerpo. La conducta se repitió varias veces, no sólo con zumo de plantas, sino más tarde también con material vegetal más sólido, hasta que la herida quedó totalmente cubierta. Todo el proceso duró un tiempo considerable”, explica Laumer. “La herida nunca mostró signos de infección y se cerró en cinco días”, afirman los investigadores.

“La observación sugiere que las capacidades cognitivas necesarias para este comportamiento -tratamiento activo de heridas con plantas- pueden ser tan antiguas como el último ancestro común de orangutanes y humanos”, dijo Schuppli. “Sin embargo, queda por investigar cuáles son exactamente estas capacidades cognitivas. Aunque esta observación demuestra que los orangutanes son capaces de curar sus heridas con plantas, no sabemos hasta qué punto entienden el proceso”.

El último antepasado común de orangutanes y humanos vivió hace unos 13 millones de años. Los orangutanes son uno de los grandes simios del mundo -los parientes vivos más cercanos de los humanos- junto con los chimpancés, los bonobos y los gorilas. Los orangutanes son los menos emparentados con los humanos de todos ellos, pero comparten aproximadamente el 97% de nuestro ADN.

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